esta es la historia de dos estrellas. cada una había crecido por su lado, solitaria. de lejos cada una de estas estrellas veía el mundo; veían a los árboles cambiar de verde a rojos otoñales a sepias y perder sus follajes para renacer con brotes pequeños que poco a poco muestran todo su esplendor. veían tambien a los niños correr y comer dulces a escondidas de sus padres y a sus padres mortificarse por asuntos de dinero, hipotecas y esas cosas de adultos. de lejos podían observar también a los gatos que persiguen palomas incesantemente, que se van acercando poco a poco, trepan por alguna barda, se agazapan y tiran el brinco en vano cuando la paloma va ya volando hacia otros rumbos. veían a la gente ir y venir, a los mercaderes sacar sus productos cada madrugada, los peces y las frutas y los salchichones y los quesos, a delivery boy de la pizzería que nunca suelta una sonrisa pues piensa que peor trabajo no podría encontrar pero no hay más, a los poetas escribir, a los maestros enseñar, a los barrenderos barrer y a los músicos componer sus coplas. solitarias, cada una de estas estrellas, inventaban sus propias historias y lloraban sus propias penas y hacían su trabajo: alumbrar y brillar siempre sonrientes. no estaban seguras de que ser estrellas les agradara y alguna vez habían reprochado a Dios haberlas puesto tan alto en el cielo de manera tan solitaria y alejada del resto pero habían perdido ya la batalla contra El Grande y habían aceptado su papel en este mundo como estrellas pues a final de cuentas estaban enganchadas al cielo con varios pines y parecía no habría forma alguna de escaparse de ello. solas y enganchadas al cielo pasaron muchos días de su vida hasta que un día cualquiera, las dos estrellas encontraron sus miradas.
y no supieron qué hacer.
y no supieron qué hacer.
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