quien la aprendió de un libro que guardaba con mucho cariño
pues era de su padre;
y ahora la recuerdo
cada vez que cruzo de la calle San Antón a Donoso Cortés.
una turba locuaz de golondrinas
atravezó rozando mi vidriera
y vi como tembló la enredadera
al compás de sus charlas argentinas.
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