¡Qué bueno que sí me bajé de aquel autobús!
qué día más bonito:
con un perrito chiquitito blanco, con las patas sucias
y la charla más amena del mundo
y sonrisas
e ir andando de la mano
y una Oyster Card
y un beso
(y otro)
y unos pollos
y paseos lindos
y una despedida muy nocturna
y un futuro por construir.
Y ahí vamos juntitos, caminando por el mundo...
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